En la miríada de archipiélagos idílicos del Pacífico, la mitad de los 150.000 habitantes de Micronesia ven periódicamente cómo sus casas se dañan o destruyen por inclemencias del tiempo de una frecuencia y violencia hasta ahora desconocidas. Combinada con mareas de gran amplitud y con un desarreglo en el ciclo de las lluvias, la elevación del nivel de los océanos que se observa en la región desde la segunda mitad del siglo XX acentúa la intensidad de las tempestades. La erosión de las costas se acelera, la salinización de las aguas subterráneas destruye las plantaciones y el aumento de la temperatura favorece la aparición de parásitos que afectan a las plantaciones de copra.
“Somos los primeros a quienes el cambio climático mata”, explica con emoción Joseph Komo, miembro de la delegación oficial de Micronesia en la Novena Conferencia sobre Cambio Climático, que tuvo lugar en Milán en diciembre de 2003, (...)