Tras los atentados de París de 2015, la cuestión candente que alimentaba entonces el debate público no ha perdido un ápice de actualidad: ¿qué fue lo que pudo provocar semejante estallido de violencia? ¿Cómo se llega a lo incalificable? La “radicalización” violenta, pensada inicialmente como un ítem de la vigilancia policial, ha pasado a convertirse en el típico tema mediático machacón y cansino, a la par que el objeto de interminables controversias entre investigadores orientalistas, que reaparecen con cada asesinato motivado en mayor o menor medida por móviles político-religiosos.
Estos acontecimientos fortalecen la posición de quienes consideran que los “valores de la República” son cuestionados por el “comunitarismo” musulmán. Este estaría socavando la cohesión de la sociedad francesa; exigiría una reacción capaz de restaurar la unidad perdida y de inculcar el “respeto a nuestros valores” a una parte de la juventud, especialmente en los barrios populares, siempre sospechosos de algún déficit (...)