Cortejos de manifestantes, participación en las elecciones, ejercicio del poder. Estos tres tipos de acción política tienen una característica común: las categorías populares se alejan o quedan al margen de las mismas. Cuando, el 11 de enero pasado, millones de franceses manifestaron su solidaridad con las víctimas de los atentados en París, la movilización de las clases medias contrastó, una vez más, con aquella, más modesta, del mundo obrero y la juventud de los barrios desfavorecidos. Desde hace años, la “calle” se aburguesa. Las urnas también. En cada convocatoria de elecciones, o casi, el índice de participación cae a la vez que el nivel de ingresos. Y la “representación nacional” corre la misma suerte, ya que su cara se confunde con la de las clases superiores. ¿Es la política un deporte de elites?
Esto ya se puede constatar en el caso de la izquierda europea. Creado a principios del siglo XX (...)