“Ahora que ya habíamos salido de la cuestión étnica y estábamos más o menos en paz...”, se lamentan algunos manifestantes de los barrios periféricos de Buyumbura, capital de Burundi, donde ha arrancado la protesta. La candidatura del presidente Pierre Nkurunziza a su propia sucesión ha suscitado un profundo sentimiento de rebeldía entre numerosos jóvenes burundeses. Estos últimos nacieron durante o después de la guerra civil que asoló el país de 1993 a 2008 y que causó trescientos mil muertos. Para ellos, el Acuerdo de Arusha (Tanzania), firmado el 28 de agosto de 2000 por el gobierno y los grupos armados hutus, constituye un marco esencial para la paz. Sin embargo, ese acuerdo estipula que el jefe de Estado, elegido por sufragio universal directo, sólo puede prorrogar su mandato en dos ocasiones.
Sin embargo, esta crisis supera los retos electorales. Contrariamente a la del vecino Ruanda, donde las referencias étnicas fueron desterradas (...)