No es casual que el primer grupo de interés científico sobre cánceres de origen profesional de Francia (Giscop, por sus siglas en francés) se encuentre en Sena-Saint-Denis. Para entenderlo, hay que remontarse a las leyes de descentralización de competencias sanitarias, que quedaron en manos de los departamentos en la década de 1980. Estaba claramente asumida la voluntad política de hacer de este joven departamento, creado en 1964, el escaparate de una política de salud pública centrada en las desigualdades sociales. Con esta idea en mente, el ministro de Sanidad de la época, el comunista Jack Ralite, subvencionó varios estudios para recoger datos sobre esta población. Los resultados fueron categóricos. Allí se encontraban las más altas tasas nacionales de tuberculosis y de mortalidad por cáncer.
En este departamento industrial especialmente denso, la causa no podía residir únicamente en los comportamientos individuales. Annie Thébaud-Mony, socióloga de la salud, realizó una monografía sobre los cánceres a principios de la década de 1990 y destacó la “invisibilidad socialmente construida” de su origen profesional (1). Su idea fue, pues, crear un observatorio. Así nació en 2002 el Giscop93, como asociación convertida en grupo de interés científico en 2006.
Acogido por la Universidad de París-13, en la actualidad está dirigido por un equipo de seis investigadores (cuatro con contrato temporal y dos con contrato indefinido), pero sus recursos financieros han disminuido en los últimos años. La Dirección General del Trabajo (DGT), que depende del Ministerio de Trabajo, nos confirma que “financia al Giscop93 con 30.000 euros anuales. Aunque no suele por vocación propia financiar iniciativas locales, el interés de los trabajos realizados con vistas a informar la acción nacional justifica esta contribución”. Y apostilla: “La prevención y el tratamiento de los cánceres laborales son una prioridad fundamental, como así lo demuestra el ‘Plan de Salud Laboral 4 (2021-2025)’ publicado el pasado mes de diciembre”.
Unos años después de su homólogo en Seine-Saint-Denis, se crea en Vaucluse el Giscop84. Desde enero de 2017, este grupo se centra en los cánceres diagnosticados en el Servicio de Oncología-Hematología del Centro Hospitalario de Aviñón (CHA). El caso es que las hemopatías malignas (de las células sanguíneas) figuran entre los cánceres cuya incidencia ha aumentado en mayor proporción en los últimos treinta años, hasta el punto de representar un nuevo caso de cáncer de cada diez en Francia, es decir, 35 000 al año. Todo comenzó con una alerta sanitaria lanzada por los médicos de dicho servicio, entre ellos Borhane Slama. Este médico lleva diez años observando un aumento de estos cánceres así como un descenso en la edad de los pacientes. Así fue como se organizó el encuentro entre Annie Thébaud-Mony y el sociólogo Moritz Hunsmann para crear este Giscop en un territorio rural, muy diferente de las zonas industriales del departamento 93. Vaucluse se encuentra en la intersección de tres grandes emplazamientos nucleares que dan empleo a varios miles de personas en la región de Provenza-Alpes-Costa Azul, la más nuclearizada del país, y se sitúa regularmente en el podio de los departamentos donde más pesticidas se utilizan.
En las centrales nucleares, hay una fuerte presencia de obreros, sobre todo de trabajadores agrícolas migrantes procedentes de Marruecos, y más recientemente de América Latina, o de trabajadores temporales. “Al tratarse a menudo de poblaciones móviles con contratos temporales, ya sean estacionales o subcontratados en la industria nuclear, estos trabajadores muchas veces ya no están en la región cuando se declara el cáncer”, señala Moritz Hunsmann, codirector del Giscop84. Pero existen soluciones: “Por ejemplo, estamos intentando establecer una colaboración con el hospital de Uchda (Marruecos), de donde proceden muchos de los trabajadores agrícolas que trabajan en Provenza, para tenerlos localizados y, en el caso de los que desarrollen un cáncer, darles acceso a un reconocimiento como enfermedad profesional, un derecho por el que han cotizado en Francia”. Decidido y positivo, lamenta sin embargo la “falta de financiación para poner en marcha esta asociación”.