¿Presidente y poeta? Para un ciudadano moderno, la asociación parece incongruente. A principios del siglo XX, en Colombia, ambas funciones solían ir de la mano. Aunque el nombre de Bogotá ya sugería la miseria latinoamericana, también evocaba ya literatura. Conocida con el sobrenombre de la “Atenas de América del Sur”, la capital albergaba a reputados especialistas en letras clásicas, como Miguel Antonio Caro, presidente del país de 1892 a 1898.
Este vínculo entre el mundo de las letras y el de la política, particularmente estrecho en Colombia, también se observa en otros países, de François-René de Chateaubriand (1768-1848) en Francia a Johann Wolfgang von Goethe (1749-1832) en Alemania. En América Latina, sin embargo, este lazo dio lugar a un término que destaca el papel central de los hombres de letras en los proyectos de construcción nacional: el término letrado, con el que se designaba a lo largo del siglo XIX a (...)