Xu Qin, presentado como uno de los hombres más ricos de China, no habría sido más que un estafador. Al igual que el estadounidense Bernard Madoff, lo esencial de su fortuna no se debería más que a un “esquema de Ponzi”. En cualquier caso es lo que él mismo “confesó” el 16 de mayo de 2016 no ante algunos policías o ante un juez, sino en la cadena privada Dragon TV. Desde 2013, estas confesiones han pasado a ser habituales. No menos de una decena de personalidades, actores o periodistas, empresarios o abogados, chinos u occidentales, han pasado por la Televisión Central de China (CCTV, un grupo estatal dueño de varias cadenas) en la franja horaria de máxima audiencia para presentar sus disculpas tanto al partido como al país.
Las confesiones más rocambolescas fueron las de Gui Minhai, un chino-sueco accionista de una famosa librería de Hong Kong, Causeway Bay Books, (...)