“La paz es nuestra ambición nacional. Si alcanzar la paz en Afganistán fuera una tarea fácil, se habría logrado hace mucho tiempo”. Así se expresaba el nuevo presidente afgano Mohammed Ashraf Ghani durante una conferencia de prensa en Kabul el 1 de noviembre de 2014, tras su regreso de un viaje a China. En efecto, este objetivo parece hoy más lejano que nunca.
Su predecesor, Hamid Karzai, se había apartado de sus principales apoyos y aliados occidentales cuando estos últimos, y en particular Washington, lo apoyaron débilmente ante las acusaciones de fraude a gran escala que enturbiaron el escrutinio presidencial de 2009. Karzai no se reconcilió con el presidente Barack Obama y dejó de confiar en Estados Unidos para llevar adelante las negociaciones de paz con los talibanes, decidiendo negociar directamente con ellos, sin asociarse con Washington.
Karzai estaba convencido de que sólo había una forma de resolver el (...)