Una vez más, el destino de YPF y de la industria petrolera se debate en la agenda pública de los argentinos. Los históricos dilemas de la industria –explotación privada versus monopolio estatal; dominio provincial versus dominio federal– vuelven a ocupar los titulares de los diarios.
Los indicadores energéticos muestran una trayectoria crítica insostenible: disminución de las reservas; caída sostenida de la producción de petróleo y gas; escasas inversiones en la industria refinadora, y un fuerte incremento de las importaciones –dirigidas a cubrir la brecha entre el consumo creciente y la producción declinante– y de los subsidios fiscales que financian la permanencia de los precios de la energía artificialmente bajos que han regido en Argentina durante años.
La industria de los hidrocarburos, que en los años de salida de la crisis del 2001 aportó cuantiosos dólares de exportación e impuestos a los dos pilares de la macroeconomía kirchnerista (el superávit comercial y el (...)