Resulta un tanto paradójico exponer algunas de las consecuencias negativas de la financiación de la prensa mediante suscripciones cuando la salud financiera de Le Monde diplomatique se basa en gran medida en el apoyo de nuestros suscriptores. Sin embargo, tres escudos impiden que los mecanismos de influencia anteriormente descritos afecten a estas columnas.
En primer lugar, el formato largo, la cobertura internacional y la periodicidad del “Diplo” protegen por lo general a nuestros lectores del despotrique ritual que prolifera en las redes sociales. En segundo lugar, nuestro mensual se sitúa al margen del enfrentamiento partidista entre “liberales-progresistas” y “populistas- autoritarios” que alimenta la batalla mediática: por el contrario, trata de desvelar las convergencias que oculta esa línea divisoria. Por último, sobre temas tan debatidos estos últimos veinticinco años, también entre nosotros, como la guerra de Kosovo, la integración europea, el lugar de la religión o, más recientemente, el decrecimiento, los lectores en desacuerdo han manifestado –hasta ahora– su punto de vista manejando las armas del razonamiento informado.