En 1882, el paso de Venus cerca del sol motivó el lanzamiento del primer Año Polar Internacional (API), bajo el impulso del explorador austríaco Karl Weyprecht. Como las regiones polares son excelentes observatorios astronómicos, Weyprecht logró movilizar a la comunidad internacional, que envió diversas expediciones al Norte y al Sur. Después de la tercera API de 1957-1959 se instalaron las primeras bases permanentes en la Antártida, forjando la cultura de cooperación internacional propia de ese continente.
El Tratado Antártico fue ratificado en 1961 por doce países, entre ellos Estados Unidos, Rusia, Francia, Gran Bretaña, Japón y Argentina. Aunque la cooperación científica fue real y se desarrolló al margen de los conflictos internacionales –en ese momento el mundo estaba en plena Guerra Fría–, la preparación del Tratado fue más laboriosa, pero se logró un estatuto único: una tierra de paz y de ciencia, desmilitarizada y sin actividad nuclear. “Sólo las actividades pacíficas (...)