No es menor, entre las paradojas del anarquismo, el hecho de que éste sea a la vez un modesto movimiento social y un poderoso vector utópico. Todos, al menos en Francia, conocen la canción de Léo Ferré que dice de los anarquistas: “No hay ni uno en cien, y sin embargo existen”.
En la calle, en principio, es raro que los anarquistas se pierdan una ocasión de lucha. Más indirectamente, en segundo lugar, por aquello que el sociólogo Alain Pessin califica de “potencia imaginaria del anarquismo” y que favorece su pregnancia social.
El anarquismo es un análisis crítico que formuló por primera vez el pensador británico William Godwin en su ensayo sobre la justicia política y que luego enriquecieron constantemente diversos pensadores del siglo XIX, como Charles Fourier, Pierre-Joseph Proudhon o Mijaíl Alexandrovich Bakunin.
El ejemplo de Godwin es muy revelador de la manera en que el pensamiento libertario se extiende en la (...)