“Je vous ‘hais’, compris?”: este lema escrito a rotulador en muchos chalecos amarillos resume en un eslogan la actitud de Emmanuel Macron y la célebre frase del general De Gaulle, frase modelo del lenguaje de los políticos, plagado de doble sentidos. Además de las múltiples reivindicaciones sociales y fiscales de los “chalecos amarillos”, una constante entre los miembros del movimiento es la convicción de que las “elites” ignoran todo acerca de sus condiciones de subsistencia, sus formas de vida y que encima les parecen despreciables. En las rotondas se recuerdan sin cesar las “frasecitas” con las que Macron ha desvelado su concepción del “pueblo” francés: asalariados “analfabetos”, beneficiarios de rentas mínimas que cuestan una “pasta gansa”, “vagos”, “cínicos”, “extremistas”, “personas que no son nada”, “basta con cruzar la calle para encontrar un trabajo”, etc.
A la eterna pregunta de “¿Qué es el pueblo?”, el presidente responde: “Son los que hay que (...)