Un fantasma atormenta a la izquierda: Europa. Atormentará a los “chalecos amarillos” desde el momento en el que se planteen concretamente la cuestión de las políticas alternativas –en realidad, ya se da el caso–. Y es que cualquier idea de hacer “otra cosa” está destinada a chocar contra el muro de los tratados. Relajar las políticas de austeridad que destruyen los servicios públicos, eliminar la anomalía democrática de un banco central independiente sin ninguna legitimidad política, deshacer las estructuras que generan la influencia de las finanzas sobre las empresas y sobre los Gobiernos, acabar con la competencia realmente falseada (por el dumping social y medioambiental) o con las deslocalizaciones descontroladas, reconquistar la posibilidad de ayudas estatales: todo esto, por lo que necesariamente pasa una política de justicia social, se ve imposibilitado formalmente por los tratados.
“¡Rehagamos entonces los tratados!”. Después de “la Europa social”, “el euro democrático” es la ilusión de (...)