Por una vez, la manipulación de las elecciones generales del 30 de diciembre de 2018 en la República Democrática del Congo (RDC) ha abierto una fractura en África: por una parte, aquellos que querían hacer que prevaleciera la verdad de las urnas; por la otra, aquellos –con Sudáfrica a la cabeza– que privilegiaban la decisión “soberana” del país. Esta división, inédita, revela las nuevas relaciones de fuerzas en el continente y los debates que lo atraviesan.
El anuncio de los resultados provisionales por parte de la Comisión Electoral Nacional Independiente (CENI) el pasado 10 de enero generó polémica inmediatamente. La Unión Africana, tras haber solicitado un nuevo recuento de votos, tuvo que ceder ante el veredicto del Consejo Constitucional el 20 de enero. Contra toda evidencia, Félix Tshisekedi, candidato de la coalición Cap pour le Changement (CACH, “Dirección al cambio”), fue proclamado vencedor con un 38,57% de los votos, por delante (...)