El trasplante parcial de la cara en una mujer que presentaba una herida discapacitante, primicia mundial llevada a cabo el 27 de noviembre de 2005, ha suscitado violentos y previsibles ataques en nombre de la moral. Según ciertos analistas, el comportamiento de los cirujanos Bernard Devauchelle y Jean-Michel Dubernard sería anti-ético, y ambos médicos franceses perseguirían un éxito mediático. En realidad, la intervención perturba a quienes se presentan como los garantes de la moral y el saber médico.
Los “éticos” creen que el trasplante es una técnica con un único fin: salvar la vida de un enfermo. Creen también que siempre es posible adaptarse a una discapacidad. Donde hubo prudentemente un trasplante parcial de la cara, ellos consideran que habrían bastado unas prótesis tradicionales. Sería preferible una actitud responsable y respetuosa con la paciente, antes que un activismo médico en busca de proezas.
Las cosas no son tan simples. Para entenderlo, se (...)