“Me gusta mucho manejar el kalashnikov. Así, ¡siempre sabré defenderme de los malditos imperialistas!”, concluye Hien con una carcajada. La joven hace referencia a las enseñanzas militares, teóricas y prácticas, de su primer mes en la universidad. El caso nada tiene de excepcional: los instructores del ejército popular ofrecen cursos similares en cada centro educativo del país. Durante su primer año, los estudiantes también deben digerir un manual de siete capítulos sobre el “pensamiento de Ho Chi Minh”, por el nombre del fundador de la República Democrática de Vietnam en 1945. Aunque quieran ser físicos, contables o profesores de artes plásticas, deben asimilar la línea política oficial. Ya que, producto de una sociedad que vivió tres décadas de guerra contra el colonizador francés y luego contra el invasor estadounidense, los jóvenes vietnamitas siguen siendo potencialmente milicianos patriotas. Hien, al igual que otros, a veces prefiere tomárselo con humor.
De hecho, el (...)