“Para la teología liberal, el Espíritu Santo es la mano invisible que, a partir de una masa de comportamientos individuales egoístas, construirá una felicidad colectiva conforme a la Ciencia y mejor aún, al Orden natural”. Esta frase blasfematoria, tanto para la Santísima Trinidad como para la derecha tradicionalista, está sacada del último libro de Marine Le Pen. Publicada en plena campaña presidencial, la obra de la candidata del Frente Nacional (FN) sorprende por su fraseología. Le Pen insiste en que “el ultraliberalismo no es más que la ideología de una clase dominante internacional globalizada”, esa “nueva aristocracia” de la que convendría deshacerse lo antes posible. Derecha e izquierda institucionales compartirían “una nueva ideología mundialista emanada del capitalismo ultraliberal, al servicio de los intereses de una oligarquía”.
Para fundamentar sus opiniones, Le Pen apela sin temor a autores de los que difícilmente podría decirse que tienen algo en común con la extrema (...)