Estamos consternados. Comprendimos que escondían cosas. Nada estaba claro: ni la cantidad de muertos, ni los cuerpos desplazados…”. Citha Maass, especialista en política alemana en Afganistán en el Instituto Alemán de Política Internacional y Seguridad (SWP), se encontraba en Afganistán, en el marco de una misión oficial, ese 4 de septiembre de 2009 cuando uno de los jefes del contingente alemán en el seno de la Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad (FIAS) solicitó a la aviación de la OTAN bombardear dos camiones cisterna desviados por los rebeldes. El oficial superior había pretextado un peligro para los soldados alemanes si hubieran tenido que recuperar esos vehículos por vía terrestre.
Lo que enseguida se denominó “el error de Kunduz” causó la muerte de 142 afganos, en su mayoría civiles, y quebró la imagen que Alemania deseaba dar. Durante mucho tiempo se había negado la dimensión propiamente militar de su compromiso, presentado (...)