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¿Patentar la información genética?

por Franz Manni, junio de 2008

El ADN se compone de cuatro elementos que se repiten, siempre iguales, como un idioma compuesto por un alfabeto de cuatro letras. Los genes y las palabras de ese idioma pueden cambiar de función –o, si se afina la metáfora, de sentido– si se introducen artificialmente cambios en la secuencia. “CAJA” difiere de “FAJA”, y “¡BAJA!” ya no es funcional si se escribe “¡AJAB!”. La ingeniería genética consiste en cambiar, suprimir, agregar letras (secuencias de ADN) y después observar las cualidades de los Organismos Genéticamente Modificados (OGM): un tomate más jugoso, una soja que necesita menos agua, un tulipán negro... Y, gracias a las patentes, gozar de una fuente inagotable de ganancias.

La patente no confiere ningún derecho de propiedad pero permite prohibir a los competidores el uso de la secuencia de ADN que produce la modificación buscada. Se autoriza una patente a condición de que esas secuencias reúnan las tres (...)

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