Inclina la cerviz, altivo sicambro; adora lo que quemaste y quema lo que adoraste”, ordenó el obispo Remigio al bárbaro Clodoveo cuando tuvo éste que convertirse al cristianismo para ser rey de Francia. Y eso mismo parecen haberle exigido al socialdemócrata José Luis Rodríguez Zapatero, los jefes de Gobierno del Eurogrupo, en Bruselas, el 7 de mayo pasado, cuando se sumaron al Fondo Monetario Internacional (FMI) y a los mercados financieros para obligarle a renegar de toda veleidad social, y a convertirse en el acto al credo neoliberal.
Apenas cinco días después, con el fanatismo de los conversos (mas con pretendido “desgarro interior”), el Presidente del Gobierno –que afirmaba, en 2004, “gobernaré para los más débiles”, y reiteraba, en 2008, “gobernaré pensando en los que no tienen de todo”– anunciaba un plan de ajuste terriblemente impopular. Cinco millones de pensionistas, tres millones de funcionarios, cientos de miles de ancianos necesitados de (...)