La mecánica de las mujeres, ese automatismo que se activa en el toc-toc de unos tacones, en el tacto de la piel de la claudia, en los ojos prendidos de las múltiples tonalidades que dejan las manos y el tiempo de curación sobre el queso-seno, ahí donde la forma es alimento originario y objeto cultural, nos acerca al modo de pensar la foto por parte del constructor de imágenes y a usarla como una señal que nos orienta a través de los sentidos –y de “los momentos llenos de sentido”– en el laberinto que recorre Miguel Rio Branco, un autor que revela en cada instante el rastro cinéfilo y pictórico de su formación.
Lo conocí en el noventa y tres, cuando con Martin Parr y Carl de Keyzer formó parte del proyecto Sobre Santiago. Tres de Magnum que coordiné para la Universidad. Y con él mi mirada incorporó los ecos de (...)