“Las tierras que nos pertenecían adquieren cada vez más valor. Nos gustaría recuperarlas para poder venderlas o arrendarlas nosotros mismos, pero el gobierno no quiere saber nada: actúa como si fuera Dios”, denuncia Charles Peter Mayiga, portavoz de Buganda, el más importante de los reinos tradicionales con que cuenta Uganda. Serían seis millones de bagandas diseminados entre las orillas del Lago Victoria, Kampala –la capital– y el centro de un país de 32 millones de habitantes. Esas poblaciones “tienen la impresión de que otros acaparan inexorablemente sus territorios –explica el historiador Phares Mutibwa–, lo que suscita un profundo resentimiento. La tensión aumenta (…). Los que hoy expulsan podrían ser los expulsados de mañana”.
Uganda, donde se encuentra un tercio de las tierras cultivables del este de África, se ha convertido en una de las nuevas fronteras para inversores extranjeros, la mayoría originarios del Golfo Pérsico y del subcontinente indio. Durante estos (...)