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La pizarra mágica

Editorial, por Serge Halimi, agosto de 2022

Achacar todas las dificultades del momento a una sola razón era una costumbre ya practicada en la antigua Roma. En aquella época, Catón el Viejo concluía cada una de sus diatribas, fuese cual fuese el asunto, reclamando la destrucción de Cartago. Más recientemente, en 1984, la televisión pública francesa emitió el programa Vive la crise! (‘¡Viva la crisis!’), animado por el actor Yves Montand y destinado a hacer que los franceses comprendieran que la única causa de sus males era el Estado del bienestar (1). El remedio propuesto era una purga social. Más tarde fue el terrorismo lo que se convirtió en la aversión cotidiana, la nueva pizarra mágica con la que se podía borrar todo lo demás. Es más, en los instantes que siguieron a los atentados del 11 de septiembre de 2001, unos funcionarios británicos recibieron el siguiente mensaje de la consejera de un ministro: “Es un día estupendo para aprobar disimuladamente todas las medidas que debemos tomar”. Bastaba con justificarlas –“todas”– con la “guerra contra el terrorismo”, incluidas, claro está, las que nada tenían que ver con Osama Ben Laden. Gira la rueda, y ahora en Rusia todos los problemas se deben, sí o sí, a las maquinaciones de Occidente. Mientras que, en Occidente, no hay cosa que no sea “culpa de Moscú”.

Lo mismo con la caída del nivel de vida. El presidente Joseph Biden achaca sin descanso la fuerte alza de la inflación en Estados Unidos al “impuesto de Putin” sobre la alimentación y la energía. Su homólogo Emmanuel Macron también afirma que las dificultades actuales de sus compatriotas más pobres se explican por una “economía de guerra”. Pero, en tal caso, los franceses llevarían cuarenta años sin conocer la paz, ya que el final de la indexación salarial sobre los precios se remonta a 1982, cuando François Mitterrand y su ministro Jacques Delors ofrecieron a las empresas privadas el regalo más descomunal que jamás hubieran recibido del Estado. Por el contrario, desde entonces no ha habido árbol de Navidad para los asalariados, cuyo poder adquisitivo quedó amputado de forma duradera. Y eso que por entonces Rusia y Ucrania seguían perteneciendo al mismo país y que Putin todavía no había salido de su Leningrado natal…

Lo único que va a hacer la “economía de guerra” es prolongar y acelerar el empobrecimiento de los más pobres, mientras que las ganancias del CAC 40 [índice bursátil francés análogo al IBEX 35], de 160.000 millones de euros en 2021, acaban de pulverizar el récord histórico que batieron quince años atrás. En fin, que todo ha cambiado, salvo la jerarquía mundial entre dividendos y sueldos y la determinación de los gobernantes de dar primacía a los primeros sobre los segundos. ¡Oligarcas de todos los países…!

La pizarra mágica también funciona con la ecología: restablecimiento de la producción de carbón, sacrificio del transporte de mercancías por ferrocarril, fracturación hidráulica, contaminación digital, frenesí publicitario de las casas de joyería en prensa y espacios públicos… También en estos ámbitos la vida sigue su curso. Pero esta vez “a causa de Putin”. Eso sí: el Estado ofrecerá ventiladores y botellas de agua a los más pobres y descuentos en gasolina para los que no van a hacer la compra en bicicleta. Las “medidas de urgencia” se suceden; las medidas urgentes tendrán que esperar.

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(1) Léase Pierre Rimbert, “Il y a quinze ans, ‘Vive la crise’”, Le Monde diplomatique, París, febrero de 1999.

Serge Halimi

Consejero editorial del director de la publicación. Director de Le Monde diplomatique entre 2008 y 2023.