Lo del bigote no son pamplinas. Bromas con esto, las justas. Guy de Maupassant puso las siguientes frases en boca de la heroína de “El bigote”: “En serio, un hombre sin bigote deja de ser un hombre […] el bigote se hace imprescindible en una fisonomía viril. No, nunca podrías imaginar cuán útil resulta para la vista y las relaciones entre esposos este pequeño cepillo de pelo en el labio”. “El bigote”, en fin, más bien “los bigotes”, con sus doctas clasificaciones, sus variantes, sus subgrupos: al estilo galo, popular, el filtro de sopa, el aristocrático puntiagudo, o el de manillar que se modela con cera. Una encuesta llegó a estudiar si los dictadores eran proclives a tener bigote. Sin conclusiones definitivas: si el 42% de los potentados lucen pilosidad subnasal, la razón es por lo general que esa es la costumbre en su país.
El 17 de abril de 1907, (...)