Suele decir el compositor Luis de Pablo que los italianos son “españoles logrados” (réussis); lo ignoraba Baldomero Becerra, probo carnicero salmantino cuya vida discurría entre carcasas de bueyes y solomillos de ternera, en un ambiente burgués de gente siempre preocupada por mezquinas preocupaciones cotidianas. El autor, Carles McCragh, nos cuenta la vida de Becerra en forma realista, hasta los mínimos detalles; pero los hechos escapan a las leyes del espacio y del tiempo, convirtiéndose en signos de una realidad trascendente. Por su simbolismo realista y el esfuerzo en objetivar con palabras un estado de alma puro, El hombre que amaneció italiano, al tiempo que prodigioso logro literario, constituye uno de los documentos más característicos de una literatura muy en boga.
No es extraño que una noche, sin quererlo ni recordarlo, el personaje se embosque en una sucesión de imágenes, músicas, ruidos y palabras que le estremecen, y se cierna sobre (...)