Cuando se enteró de que tenía que dejar de trabajar, Béatrice Boulanger, asistente de ayuda a domicilio, lloró: “Quería mucho a mis abuelitas y abuelitos”, explica con una sonrisa. En esta soleada mañana de sábado, en el departamento francés de Pas-de-Calais, primero se ha tomado tiempo para servir el té, que remueve mientras enumera sus problemas: una prótesis de hombro, omartrosis (desgaste del cartílago de la articulación del hombro), una estenosis raquídea cervical, artrosis cervical y rizartrosis (artrosis en la base del pulgar). “Todos mis problemas de salud vienen de levantar peso, me lo ha dicho el cirujano”. El especialista también le confió que, a los 52 años, ya tenía “cuerpo de anciana”.
Después de haber trabajado en una fábrica de producción en cadena de pantalones durante diez años, Boulanger empezó a ir varias veces al día a casas de personas mayores, a veces gravemente enfermas, para ayudarlas a levantarse, a (...)