Visiblemente sorprendida por los acontecimientos del pasado 26 de julio en Níger, Francia improvisó una respuesta en tono marcial y sentencioso. El presidente Emmanuel Macron ordenó la evacuación, con una celeridad inédita, de más de un millar de europeos. Y amenazó con responder “de manera inflexible” a cualquier ataque contra ciudadanos franceses.
El inquilino del Elíseo llegó a reprender a su director general de Seguridad Exterior por no haber visto venir el golpe de Estado. Pero se dice que cierta arrogancia por parte de los “políticos” impide que los agentes de los servicios de inteligencia se hagan oír debidamente.
Hoy, los golpistas se valen de Francia a modo de espantajo: “Francia está en una posición delicada […]: diga lo que diga y haga lo que haga, todo se vuelve en su contra —explica el periodista Rémi Carayol—. Esta situación […] es ante todo el resultado de una larga historia de injerencias, incomprensión (...)