Cuando uno hojea este cómic no puede más que pensar que está ante un “tebeo” de los de toda la vida. Su estilo de dibujo, su colorido, la gestualidad de sus personajes o el dinamismo que se aprecia a primera vista así nos lo dice. Y efectivamente, su lectura y el tono que se aprecia a lo largo de la obra nos lo confirma. Sin embargo, hay aquí mucho más, pues a partir de este conjunto de técnicas tan bellas y válidas como cualquier otra -que además el autor maneja a la perfección- se desarrolla una historia con alto contenido social.
Se trata de la memoria de la clase obrera de los años 1980 que por derecho propio pasó de ser los “charnegos” a los “nuevos catalanes”. En concreto, el protagonista es un trabajador del textil que, ante una situación de cierre, decide apropiarse, junto con sus compañeros, de la fábrica (...)