Manifestar que en España el debate sobre la eutanasia está abierto, no es más que una aseveración de lo evidente. Situaciones como las de Ramón Sampedro, Jorge León y hechos como los vividos en el Hospital de Leganés en Madrid, son buen ejemplo de ello. El problema, ya histórico, es que las posiciones, a favor y en contra, se han prolongado de tal manera, que el debate ya no permite el diálogo, que se cierra con acusaciones de asesinato o de fundamentalismo religioso. Es necesario abrirlo de nuevo, pero en términos dialécticamente correctos, y si como parece obvio, no es posible el convencimiento de unos a otros, al menos conseguir el espacio legislativo mínimo que permita el respeto a las creencias religiosas por un lado, y el respeto a la autonomía personal sobre la dignidad en el momento de su propia muerte, por otro.
En primer lugar, reconocer que la historia (...)