“Frente a las campañas de agresión del imperialismo, vamos a implantar un sistema de vigilancia colectiva revolucionario; que todo el mundo sepa quién es y qué hace el que vive en la manzana; y qué relaciones tuvo con la tiranía...”. El 28 de septiembre de 1960, tras los atentados mortales en la isla, Fidel Castro anunciaba la creación de los Comités de Defensa de la Revolución (CDR), estructuras de base organizadas por edificios o, como mucho, por manzanas. Con un objetivo: proteger y servir a la revolución cubana contra una potencial invasión de los contrarrevolucionarios apoyados y financiados por la Central Intelligence Agency (CIA). Menos de dos años después de su “triunfo” de 1959, Castro no lo dudaba: el pueblo constituye una fuerza militante clave para defender la revolución. ¿Acaso la población no acababa de sublevarse junto a un puñado de “barbudos” aislados durante mucho tiempo en Sierra Maestra?
En 1961, (...)