Si solo hiciera falta una palabra para calificar el barrio de Mill Hill, en Broxtowe, seguramente sería: “encantador”. Setos de coníferas y césped cortado al milímetro, macizos de peonías y de tulipanes, coches recién lavados. El candidato laborista Greg Marshall, que recorre esta impoluta zona residencial a tres semanas de las elecciones generales, no ignora que el futuro de su partido dependerá de lugares como ese.
Porque ahí vive ahora la clase obrera británica. En la parte más antigua del barrio residen exmineros, ingenieros, obreros cualificados. La parte más reciente reúne más bien a categorías medias y superiores de la función pública –expertos del ámbito universitario, profesores, personal hospitalario–. Se trata de un lugar prodigiosamente normal –al contrario que el escrutinio por el que lucha Marshall–.
El 18 de abril, cuando la primera ministra Theresa May cogió desprevenidos al país y a Europa al anunciar la organización de elecciones legislativas anticipadas para (...)