Hace algunas semanas, de manera inopinada, los hogares estadounidenses oyeron resonar la voz de Martin Luther King y descubrieron un discurso poco conocido: “El instinto del tambor mayor", pronunciado exactamente cincuenta años atrás. Esa cita espontánea entre el líder revolucionario y el telespectador tuvo lugar en forma de anuncio televisado de los camiones RAM, durante la pausa de la Super Bowl, un espacio codiciado por los anunciantes y casi tan comentado como los resultados de los partidos. Este anuncio publicitario, que ensalzaba la fuerza viril de un camión todoterreno, y exaltaba la bandera, el ejército y el heroísmo cotidiano de las familias anónimas al son del sermón de King, estremeció a algunos, y lo que es peor aún, dejó indiferente a la mayoría.
Que la gran celebración televisada del consumo de masas se obsequie con los derechos de emisión de los discursos del pastor demuestra la ya total ausencia de límites (...)