Se trata de un cartel de campaña inesperado. En él, el primer ministro laborista Gordon Brown proclama, divertido: “He aumentado la brecha entre ricos y pobres. Dejénme continuar”. La cita es apócrifa, no el hecho mencionado. Al finalizar los años Thatcher-Major, el 1% de los británicos más ricos detentaba el 17% de la renta nacional; desde que Anthony Blair y Brown tomaron la releva, su participación alcanzó el 21%.
El irónico cartel concluye: “Vote conservador”. Casi cabría imaginarse una batalla electoral con los frentes invertidos, con laboristas convertidos en abogados de los golden boys de la City de Londres mientras que sus adversarios se preocuparían sobre todo por las clases populares. Nada de eso, particularmente en el último caso. Se esboza no obstante un reajuste político en los dos grandes partidos, que los aleja de sus figuras tutelares y de sus principios. Ni Thatcher, ni Blair: el Reino Unido pasa página.
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