Debilitado por una prolongada huelga estudiantil, envuelto en casos de corrupción, desgastado por diez años en el poder, el Partido Liberal de Quebec (PLQ) sufrió, en septiembre de 2012, una de las derrotas más duras de su historia. Pocos comentaristas imaginaban entonces que, dieciocho meses después, este infligiría al Partido Quebequense (PQ), su principal rival, su debacle más acerba.
Sin embargo, eso fue lo que ocurrió el pasado 7 de abril. Un mes antes, la primera ministra “pequista”, Pauline Marois, decidió convocar elecciones. Segura de su victoria, esperaba conseguir los escaños de diputados que le faltaban para lograr la mayoría absoluta. Pero contra todo pronóstico, el PLQ, liderado por el médico Philippe Couillard, ganó en la mayoría de las circunscripciones –en setenta de las ciento veinticinco– con una minoría de votos emitidos (41,5%), consecuencia de un sistema de escrutinio uninominal a una vuelta. El PQ consiguió apenas el 25% de los (...)