El resultado más significativo de las recientes elecciones al Parlamento Europeo ha sido el carácter masivo de las abstenciones: el 56,9%, de promedio en los 27 Estados miembros de la Unión Europea (UE), con picos del 80% en Eslovaquia y Lituania. El número reducido de ciudadanos que depositó su voto en las urnas, pone de manifiesto, en el mejor de los casos, su indiferencia, y en el peor, su hostilidad hacia las instituciones comunitarias, y no solamente hacia el Parlamento. Desperdiciaron de ese modo la única oportunidad de influir un poco en las políticas europeas, de las cuales derivan directamente las políticas nacionales que, al final, les afectan directamente.
Cabe recordar que no se pide la opinión de los ciudadanos sobre las propuestas de leyes europeas que son monopolio de la Comisión, y mucho menos sobre las decisiones que adoptan dos instituciones que gozan de poderes considerables: el Tribunal de (...)