“En Francfort, la mañana del 4 de enero, bajo las luces estroboscópicas y al son de la Oda a la alegría de Beethoven, los dirigentes de la Bolsa han emprendido ceremoniosamente las primeras operaciones denominadas en euros (…). Europa ha vencido el escepticismo y las críticas para dotarse de su moneda única. Para mayor deleite de sus defensores, el euro es un recién nacido robusto, y no el mequetrefe que sus detractores esperaban”.
(Thane Peterson, “We have liftoff”, Business Week, Nueva York, 19 de enero de 1999)
“En Francia, país en el que los parados que reciben menos asistencia son más favorecidos que la mayoría de los trabajadores del mundo, el año nuevo nos recibe con el euro, primer jalón de una esperanza colectiva sin precedentes históricos. Es la mejor noticia en los últimos tiempos. (…) La progresiva armonización que impondrá el euro debería resultarnos propicia: como tenemos las mayores retenciones y (...)