En los microrrelatos El crujido de la seda, la chilena Lilian Elphick (1959) avanza a través de trazos a vuelapluma que describen personajes y escenas; declaraciones ocasionales que resumen y analizan; aforismos sobre la vida y la muerte, el misterio de Dios y el tiempo. La narradora de Ojo travieso (2007) se debate en esta antología entre un profundo conocimiento de la tragedia de ser consciente y la secreta intuición de que todo es comedia.
El cuento breve “Monstruo IV” medita sobre dos tipos de impotencia. La primera, la del narrador, alguien que tiene las palabras a su disposición, pero siente que estas, en su incertidumbre y astucia, se deshacen de él: “Recorro mis distancias, mis dientes podridos, el repliegue de mis alas”. No está seguro de si debería reír o llorar; en lugar de eso, el interlocutor se solaza en perplejidades. La segunda imposibilidad es la del personaje que las (...)