Toda guía delimita los márgenes de una historia, en este caso las “emergencias” artísticas en nuestro país. Tal tarea, hasta ahora inédita en España, está condenada a la polémica, pero Manuela Villa lo ha asumido, atreviéndose a trazar el vasto territorio de un concepto escurridizo: “arte emergente”.
Su decisión más problemática es no seguir un criterio claro, como hacen muchas instituciones al establecer la creación joven por debajo de los 35 años. Esto justificaría exclusiones de artistas tan destacados como Mira Bernabeu, sin embargo, es una norma que no siempre es aplicada, volviendo menos comprensibles algunas ausencias. Aun así, la práctica totalidad de los artistas elegidos son, sin duda, figuras contrastadas; ahora más visibles gracias a Villa, quien no ha privilegiado formalmente un determinado medio, sino que busca un equilibrio entre disciplinas, atenta a las derivas de los lenguajes tradicionales, los nuevos medios y las hibridaciones posibles.
Pero especialmente hay que reconocer (...)