Una de las palabras clave de la Guerra Fría fue brinkmanship, es decir, la política del “borde del abismo” llevada a cabo por los dirigentes de Estados Unidos y de la Unión Soviética. Para las dos superpotencias militares de la época, se trataba de hacer avanzar a sus peones lo más lejos posible en las casillas del tablero de ajedrez mundial, cuidándose de no caer en el precipicio de la confrontación armada. Tanto en Moscú como en Washington era sabido que un conflicto nuclear tendría como consecuencia inevitable lo que la doctrina militar llamaba “la destrucción mutua asegurada” –concepto cuyo acrónimo en inglés, significativamente, es MAD…–.
En muchos aspectos, la situación actual de la Unión Europea (UE) obedece a una lógica comparable, salvo por dos excepciones principales. Por un lado, no va a desembocar en un conflicto armado; por el otro, no hay dos campos enemigos: todo ocurre en el propio (...)