“Les gusta contar trolas”. En privado, el oficial de alto rango se muestra molesto. El responsable de comunicaciones, por el contrario, se siente orgulloso: ha hecho una buena jugada al lograr que una gran cadena de televisión realice un reportaje sobre soldados en acción que se emitirá en horario de máxima audiencia. Arena hasta donde alcanza la vista, paisajes exóticos, el gemido de los rotores de los helicópteros, acción y adrenalina… La clase de reportajes que consigue que a los chavales les entren ganas de alistarse.
El problema es que los soldados a los que debían acompañar las cámaras han exigido un anonimato extremo. Con las caras cubiertas con pasamontañas, al principio solo aceptan dar apodos para presentarse. El realizador protesta: en televisión hacen falta personajes reconocibles que encarnen el relato para despertar el apego, cuando no la identificación, del espectador. Un mando entra en escena y llama al orden a (...)