Cada seis años, los socios del FC Barcelona (socis) están llamados a votar al presidente y a una junta directiva formada por 18 directius. Los puestos directivos no son remunerados y, en caso de quiebra, los administradores deben reembolsar con sus propios fondos las pérdidas sufridas por el club. Por sus compromisos financieros, todos proceden de entornos acomodados. Son empresarios o abogados y han estudiado en las mejores universidades de Barcelona. En la actual junta, todos han nacido en Cataluña, a excepción de un vicepresidente. “Proceden de familias vinculadas entre sí y se conocen de toda la vida”, señala el periodista británico Simon Kuper en su libro sobre el Barça.
Al favorecer la cohesión comunitaria, esta forma endogámica de funcionar podría ir en detrimento de los intereses del club. Así lo ilustra la caótica gestión de los salarios y traspasos de jugadores bajo la presidencia de Josep Maria Bartomeu (2014-2020), que (...)