Todo el libro es estremecedor. No podía ser de otra forma cuando la forma queda sometida al fondo y al trasfondo de los hechos que W.L. Tochman narra magistralmente en esta primera parte de una prometedora trilogía.
El periodismo polaco ha sido, desde Kapuscinski, un modelo de fiabilidad y de precisión. El narrador desaparece pero lo tienes al alcance de la mano. El lector quiere que en frases de cinco o diez palabras le informe quien está en el lugar de los hechos. No deberíamos aceptar en nuestro maltratado país un periodismo falsificado y pedante, barato y relamido, al que en buena medida se debe el desprestigio y la crisis de la prensa escrita. De la otra para qué hablar. Las imágenes de las televisiones mienten. Yo he visto a Arturo Pérez Reverte retransmitiendo con un tanque decorativo a sus espaldas una guerra del Golfo que nunca parecía empezar. Y había (...)