Hace mucho calor en el retén de Bekaot, a medio camino entre el valle del Jordán y Naplús. Un grupo de palestinos vuelve del valle, donde trabajan como obreros agrícolas en prósperas colonias israelíes por 50 shekels (9 euros) la jornada. Su jornada comienza a las 4 de la mañana y ahora regresan a sus casas, en Naplús o en las aldeas circundantes.
Pero los soldados no los dejan pasar y ni siquiera se toman el trabajo de explicarles por qué. Ninguno de los militares habla árabe, salvo dos palabras: tashrikh (permiso) y rouch min hon (váyanse). Hace una hora que observamos este punto de paso, y los palestinos esperan tranquilamente, bajo un sol agobiante; sin duda están de plantón desde hace mucho más tiempo.
Todos los militares de este retén pertenecen al regimiento ortodoxo (Nathal Haredi) que reúne a los jóvenes colonos más extremistas y a otros jóvenes religiosos venidos de (...)