En perjuicio de Uzbekistán, Moscú apoyó durante mucho tiempo el proyecto de Rogun en su versión alta (335 metros). Rusia se otorgaba así una poderosa ventaja para mantener en su regazo a la más poblada de las repúblicas de Asia Central (Uzbekistán cuenta con cerca de 30 millones de habitantes y Tayikistán, con un poco más de 8 millones).
En 2004, el presidente Vladímir Putin prometió 2.000 millones de dólares a Tayikistán. Entonces, rusos y uzbekos no mantenían buenas relaciones. Para financiar ese presupuesto, el Kremlin contaba con la generosidad del gigante del aluminio Rusal, dirigido por Oleg Deripaska, convertido en multimillonario en la época de Boris Yeltsin. Para hacer negocios sin ser molestados por el fisco o por los servicios anticorrupción, a los industriales rusos les interesa mucho adherirse, incluso financieramente, a la política social o exterior del Gobierno. Así, se incitó a Rusal a invertir para terminar la presa, (...)