Desde enero de 2011, el planeta sigue el desarrollo de la revolución egipcia en las pantallas. La sublevación se transmitió en directo, como si cámaras, “tweets” y páginas de Facebook hubieran captado un thriller político que ponía en escena a millones de actores. Enarbolando sus pancartas, estos últimos organizaron, en respuesta, concentraciones destinadas a alertar a los medios de comunicación y, a través de ellos, a la “comunidad internacional”. ¿Debería asombrarnos que Wael Ghonim, un joven ejecutivo de Google brevemente encarcelado durante las manifestaciones, haya extraído esta moraleja: “Para liberar a una sociedad, basta con darle acceso a internet”?
Los acontecimientos egipcios ofrecen un terreno de estudio inigualable para verificar la validez de esta sentencia. En efecto, una decisión de Hosni Mubarak, cuando aún estaba en el poder, constituyó una experiencia de tamaño natural para evaluar el peso político de los medios sociales.
La mañana del 28 de enero de 2011, las (...)