Erbil, la capital de la región autónoma de Kurdistán, en el norte de Irak, es una ciudad en plena expansión. Las casas de ladrillo dan paso a centros comerciales, hoteles y edificios de viviendas. La periferia se cubre de barrios recién terminados o en construcción para recibir a las nuevas clases medias. Los comercios ofrecen materiales de construcción, muebles, electrodomésticos. Las amplias avenidas están repletas de 4x4. Iraquíes de todo el país viajan para hacer compras o pasear. Empresarios libaneses, comerciantes turcos y trabajadores indios del sector hotelero se asientan en el lugar para enriquecerse.
La seguridad y el dinero del petróleo han transformado a la antes polvorienta provincia del Kurdistán iraquí en un remanso de paz, en un lugar de moda para toda la región. Pero esta prosperidad también tiene su lado oscuro. La dependencia del oro negro ha llevado a las autoridades a descuidar la agricultura: la mayoría de (...)