“¡Hablar de salirse de la Unión Europea se ha vuelto respetable!” El 23 de enero pasado, Nigel Farage fingía su júbilo. Siempre dispuesto a declararse víctima de la parcialidad europeísta de la “elite” británica, el dirigente del Partido por la Independencia del Reino Unido (UKIP) se alegraba por el discurso que esa misma mañana había pronunciado David Cameron. El primer ministro conservador pretendía “aclarar” la posición del Reino Unido en el seno de la Unión Europea (UE) y sugería que ya no descartaba romper con Bruselas. Para Farage, se trataba de un giro político importante.
Al menos tanto como lo sustancial de la declaración del 23 de enero, el simbolismo del marco y el momento elegidos llamaron la atención: ex directivo de la sociedad Carlton Communications, Cameron no suele dejar los detalles librados al azar. Interesado en remarcar que la Unión Europea sólo le seduce como vector de mundialización y de (...)