Siria tiene pendiente la aplicación de la resolución de Naciones Unidas “que conmina a una retirada total de sus tropas del Líbano (…). La reorganización anunciada por Assad es cosmética. Es inaceptable”. Así respondía Sylvan Shalom el 6 de marzo de 2005 al discurso que el presidente sirio había pronunciado en la víspera. El 8 de marzo el ministro israelí de relaciones exteriores declaraba que “el pueblo libanés quiere su libertad”. Por su parte, los presidentes Jacques Chirac y George W. Bush exigían la retirada de las tropas sirias del Líbano antes de la celebración de las elecciones legislativas del mes de mayo, de modo que puedan desarrollarse a salvo de toda presión.
¿Quién no se felicitaría de la claridad de esos principios, de ese apego al derecho internacional, al principio de la autodeterminación de los pueblos, a la democracia? No cabe duda de que en ese espíritu, y de acuerdo (...)