Los Jacobinos negros. Toussaint L’Ouverture y la Revolución de Haití

A veces se piensa que hace sólo algunas décadas que los movimientos militantes “blancos” afrontan las reivindicaciones de minorías inmigrantes o poscoloniales, quienes piden integrar su causa entre las prioridades políticas de las organizaciones de izquierda y de extrema ­izquierda, exigen hablar en su propio nombre y defienden su autonomía. Sin embargo, basta con remitirse a los importantes episodios revolucionarios de los siglos pasados para ver que no es así: de hecho, la Revolución Francesa se prolongó en la revuelta de los esclavos de Santo Domingo, que desembocó en la independencia de Haití en 1804. Como teórico anticolonial y militante del panafricanismo, pensador marxista de primer orden, intelectual heterodoxo y actor de las luchas obreras tanto en Europa como en Estados Unidos, Cyril Lionel Robert James es una figura central de la historia revolucionaria propiamente mundial. En 1938 publicó Los Jacobinos negros, una historia de la revolución haitiana que contribuyó a cambiar para siempre la historiografía de la lucha contra la esclavitud y los estudios poscoloniales. Si bien afirma que la hizo posible la explosión previa de las energías e ideas revolucionarias en la metrópoli, de ningún modo la considera un simple apéndice de la Revolución Francesa. Por una parte, señala la profundización por expansión radical de los ideales de libertad más allá de las fronteras de Europa. Por la otra, el sistema esclavista prefiguró, en miniatura, la transformación de las relaciones de clase a escala mundial y anunció las futuras revoluciones: los esclavos “vivían y trabajaban en las grandes manufacturas azucareras en grupos de varios cientos, acercándose así al proletariado moderno mucho más que todas las otras categorías de obreros de la época”. Por ello, no hay que concebir las relaciones entre esas “dos” revoluciones según el modelo de difusión de las ideas revolucionarias del centro a la periferia, sino según el de la conexión, la combinación de las luchas interrelacionadas –aunque autónomas unas de otras–. En James, como escribe el intelectual Edward Said en Cultura e imperialismo, “los acontecimientos de Francia y de Haití se entrecruzan y se responden como las voces en una fuga”.